El mundo ha cambiado.
Atrás quedó la comercialización de los androides como otro electrodoméstico más; utilizados como sirvientes, trabajadores e incluso con fines sexuales.
El impacto social y emocional que causa la difuminación de la delgada línea fronteriza entre humanos y robots, al alcanzarse la singularidad tecnológica en el seno de la cuarta revolución industrial, ha generado que los androides sean desechados como chatarras, ya que en los últimos años, de esta realidad alternativa, se los consideró usurpadores de la humanidad, en vista que le han quitado el trabajo a muchas personas, llegando inclusive a reivindicar sus derechos y el reconocimiento como seres libres.
En los interminables campos de despojos tecnológicos, se apilan las partes de los diferentes androides que hasta hace poco convivían con los humanos.
Entre los dispositivos más modernos, existía una serie de androides que, a diferencia de los  SynthS-Sx ("Sirvientes Sexuales Sintéticos" que estaban dotadas de una apariencia similar a sus pares vivientes, pero sin conciencia de sí mismas ni sentimientos, utilizadas en las prácticas sexuales) fueron conocidas como Gynoid, muy populares en los quehaceres familiares.
Las Gynoids fueron diseñadas para los hombres solteros que sufren la problemática de la política vigente de que únicamente podían tener un solo hijo adoptivo, lo que llevó a un desequilibrio del género.
Arisa fue programada para ser la cuidadora de su propietario y de su hijo, creando un vinculo con su “familia adoptiva”, aunque no fuera programada con las Tres Leyes de la Robótica de Asimov
Pero entre todos esos seres inanimados y carentes de emociones, surgieron algunos pocos androides que poseían conciencia y sentimientos, algo que se creía imposible. 
Éste es el caso de Arisa.
Existen muchas fuentes de la literatura Sci Fi con características similares a ésta ficción.
El reto era encontrar un hilo conductor entre una historia y las imágenes que se querían mostrar, lo que básicamente era el trabajo de Body Painting de
Claudia Rodriguez.
Hacía bastante tiempo que tenía en mente realizar una producción que involucrase una androide.
El último proyecto viable, en éste sentido, había sido basarme en el trabajo del ilustrador japonés Hajime Sorayama, creando imágenes con bailarines de tango, uniendo la nacionalidad del artista con la gran pasión que el pueblo nipón posee con el famoso baile rioplatense.
Cuando Claudia, sin saber de estas ganas mías, me propuso hacer algo con un androide, encontré el momento ideal para reflotar el proyecto.
Desafortunadamente iba a cachetearme la realidad técnica de los problemas de querer emular las imágenes de Sorayama.
La imposibilidad de recrear los brillos del cromo en un cuerpo humano. Por lo menos con lo que se refiere a las técnicas de pintura corporal.
Obviamente con retoque digital sería muy fácil lograrlo, pero la idea de contar con una artista de las características de Claudia, era aprovechar al máximo su arte. 
Después de varias idas y venidas telefónicas, deseché la idea del cromo y fui por otro lado.
Vinieron a mi mente dos escenas de películas que nos permitirían crear imágenes llamativas, crear una narrativa lógica y que posibilitaría mostrar el trabajo de Claudia y el mío en paralelo.
Solo faltaba encontrar a la protagonista y a quien realizase las imágenes base para recrear las diferentes escenas.
Claudia encontró ambas personas.
La intérprete, ideal para el proyecto, sería la actriz y modelo
MarinaTrebol.
El artista que pondría toda su técnica fotográfica para poder realizar los montajes fue el fotógrafo
Marcelo Cano.
Las escenas que vinieron a mi mente eran muy similares entre sí, no solo en su concepción gráfica, sino también en su contenido narrativo, aunque en su esencia no tenían nada que ver una con la otra.
La primera imagen que visualice fue la escena final de la película "I, Robot", donde Sonny (un robot NS5 único elegido por su diseñador) se encuentra en lo alto de una colina con vistas a decenas de NS5 liberados, que se encuentran entre dos masivas filas de contenedores rojos y azules, un alusión a la partición del Mar Rojo por parte de Moisés.
La segunda, si bien visualmente era parecida, fue la que dio el puntapié inicial a la narrativa que iríamos a interpretar.
La película en cuestión fue Wall-E.
La idea del ser desechado, luego de haber servido durante muchos años a un propósito, me dio la idea de crear la historia de Arisa
.
Fotografía: Marcelo Cano
Modelos: MarinaTrebol
Bodypaint, Styling y MUA: Claudia Rodriguez
Retoque y Montaje: Marcelo Monzón

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GYNOID | 2022


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